Casillero del diablo

La novela tiene una profundidad literaria asombrosa, la que le infiere un José Carlos Rodrigo desde el primer párrafo, con un acierto inacostumbrado actualmente: porque observo pocos, pero muy pocos autores españoles, con este nivel de excelencia.Una trama perfecta, repleta de detalles y reflexiones, a la que no le faltan giros, como piezas de un puzle en el que se aúnan criminales nazis, alcohol, un escritor que ha dejado de escribir y mujeres que latigan el amor y la esperanza. Esta es una novela donde la literatura siempre está presente, la buena literatura: la de Bohumil Hrabal, la de Franz Kafka, la de Witold Gombrowicz. Pero también la crítica ácida: se atreve con Juan Rulfo, con los efímeros bestsellers sin sustancia, con la industria editorial.«Casillero del diablo» no escatima en tintes dolorosos, con sabor a fósforo quemado en boca, a túmulo de un cementerio judío en Praga y tonos dorados de ron caribeño, fulgor de ostras que se regurgitan y ratas que libran batallas en el subsuelo. En definitiva: literatura de altísimo nivel que me retrotrae al mejor Roberto Bolaño, a Rodrigo Rey Rosa, a Enrique Vila-Matas. Una suerte de perfecta narrativa para lectores exigentes.